domingo, 17 de octubre de 2010

La miro, con sus largos cabellos completamente blancos que escapan del gorrito como si envejeciera al caminar.
No conozco una sonrisa tan bonita: enciende toda su cara como una lámpara situada sobre su cabeza, y es aún más bonito que la cima de las montañas y los abetos tan blancos que bajan hacia el valle.
-¿Qué pasa, qué tengo?-pregunta Camille.
-No conozco nada más bonito que tú-digo.
Hace una mueca, «hay montones de chicas más guapas que yo».
-¿Ah, sí? ¿Y dónde? -Y miro por todas partes a mi alrededor y hago gansadas.
-¿Te parece que soy bonita? -Camille cruza los pies y mira al suelo como si la respuesta fuera a salir de la gran alfombra blanca.
-Sí, la más bonita de todas.
La beso en la mejilla y miro al frente y ya no veo a nadie.

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